Carlos y Tati serían la pareja ideal si no fuera porque el montaje de un sencillo mueble va a sacar a la luz su complicada convivencia después de veinticinco años.
Con cada tornillo, taquito y bisagra saltan por los aires las quejas ocultas y las reclamaciones evidentes. Y es que, cuando un mueble entra por la puerta, el amor entra por la ventana.